Con unas 80.000 especies, los arácnidos constituyen el segundo grupo más grande de artrópodos tras los insectos. Al igual que ellos, son en su mayoría terrestres, aunque algunos tipos de arañas y ácaros viven en agua dulce. A diferencia de los insectos, los arácnidos no pueden volar. Suelen ser depredadores o cazadores, pero algunos ácaros y garrapatas son parásitos de otros animales. Los arácnidos viven en todo el mundo, en una amplia gama de habitats.
Las arañas poseen una habilidad fundamental que las diferencia del resto de los artrópodos, incluidos otros arácnidos: fabrican una especie de hilo de seda mediante órganos especiales llamados hileras, situados en la parte posterior de su cuerpo. La seda cumple varias funciones: con ella tejen capullos protectores para los huevos; la emplean como paracaídas, de forma que las crías de araña puedan ser trasladadas pos el viento, o como cuerdas de seguridad en el caso de que la araña pierda el equilibrio y caiga; construye el revestimiento de una guarida o de un túnel; sirve para envolver y atar una presa antes de devorarla; y la función más evidente, sirve para elaborar las telarañas con las que capturan a sus presas.
La seda de las arañas es uno de los materiales más resistentes, ya que puede soportar más tensión que un hilo de acero del mismo grosor. Los distintos tipos de hilo se emplean con fines diversos. La seda de los capullos es gruesa y suave, mientras que la telaraña es pegajosa y elástica.
Las arañas traperas viven en madrigueras y emplean su seda para fabricar una cubierta abisagrada que cierra la entrada. La araña percibe las vibraciones del suelo que produce una pequeña criatura al pasar junto a su guariga o al rozar los hilos de seda de alarma previamente colocados. La araña entonces sale súbitamente de su madrguera y muerde a la víctima con sus grandes colmillos o quelíceros, comunes a todas ellas. Finalmente inyecta su veneno a la presa y la arrastra al interior de su guarida, cerrando la puerta posteriormente.
Tarántula Goliat

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